El pequeño gran cangrejo, Jonás, es un apasionado viajero al que le encanta descubrir nuevos lugares.
Cada día Jonás sale ansioso por sondear sitios desconocidos. Le entusiasma encontrarse con gente nueva. Y siempre, siempre está dispuesto a vivir nuevas aventuras, a explorar nuevos territorios.
Una mañana, nuestro amigo Jonás con semblante taciturno y algo desanimado paseaba por la profundidad del mar cuando escuchó una voz que le preguntaba:
- Amigo, ¿qué ocurre?, dijo un amistoso y amable calamar.
- Hola señor Calamar. Estoy algo triste.
- ¿Por qué?, preguntó el calamar.
- Estoy siempre viajando y viviendo grandes experiencias. Pero siento que no pertenezco a ningún rinconcito de éste gran mar.
- Así que eres ciudadano del mundo marino, pero no tiene lugar fijo donde refugiarte en caso de mar revuelto, ¿es eso?.
-Si. A lo largo de mis viajes he conocido a mucha gente. Pero en caso de marea y gran oleaje no tengo lugar dónde refugiarme.
-Tengo la solución perfecta para ti y está aquí cerca. ¡Acompáñame!, dijo el señor calamar.
El señor calamar y Jonás anduvieron por arrecifes y rocas hasta llegar al lugar. Jonás levantó la vista y vió una enorme torre blanca y roja iluminada.
-Jonás, cuando estés en una de tus aventuras y te sientas algo desanimado, haz un pequeño esfuerzo, sal a la superficie y verás la luz del faro. Así recordarás que aquí tienes un lugar, que nunca estarás solo y siempre tendrás un lugar donde volver. Ésta siempre será tu casa.
Así fue como nació una verdadera amistad entre Jonás y el señor calamar. Una amistad de esas de las que hoy es difícil encontrar.
P.D: Pequeño gran cangrejo, queda pendiente una tarta que sí puedas probar.¡ Felicidades!
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